jueves, 11 de diciembre de 2008

El bosque en plena ciudad

Después de callejear por las ramblas de Barcelona, no ver más que gente pasar, hacia arriba, hacia abajo, actores callejeros, barullo, decidimos adentrarnos en un mundo mágico, lleno de hadas y duendes. El bosc de las fades (bosque de las hadas) nos abrió las puertas, en el Passatge de blanca, cerca del Museo de Cera de Barcelona.


Nos adentramos en él. Parecía un bosque, lleno de árboles, faroles que cuelgan de cualquier sitio, y dentro, hadas y duendes del siglo XXI acompañados de sus cámaras digitales que no paraban de saltar sus flashes. Dentro cada rincón se convierte en asiento, el borde de los pozos y bajos de los troncos sirven para apoyarse y sentarse. Ninguna esquina se asemeja al resto, todo es distinto, nada es lineal.


Y cuando ya terminas de observarlo todo, de pedir una caña (3 euros cada una), el sitio no deja de sorprenderte. De golpe, se apagan las luces y no, no han tenido un fallo eléctrico, se acerca una tormenta y suenan los truenos. Todos, los hadas y duendes se quedan paralizados ante el espectáculo. A uno le entran ganas de volver al mundo de David el Gnomo.


Sin duda un sitio que merece visitar, eso si, paciencia para localizar una mesa libre y que te atiendan en la barra. Encontraras allí desde niños hasta abuelos, más turistas que barceloneses, pero merece la pena conocerlo y llevarlo en el recuerdo. Un bar original.